domingo, 8 de marzo de 2015

Cómo funciona nuestra mente. El trastorno obsesivo compulsivo Toc

MECANISMO DE OBSESIONES Y FOBIAS


“Una muchacha padecía el temor de verse atacad de incontinencia de orina desde que un vehemente deseo de orinar la había obligado a abandonar en una ocasión un teatro durante un concierto. Esta fobia la había incapacitado poco a poco para toda vida social. Sólo se sentía tranquila cuando sabía tener próximo un w.c. al que poder llegar disimuladamente. No existía en ella vestigio de enfermedad orgánica que pudiera justificar sus temores. Hallándose en su casa, entre sus familiares, no experimentaba jamás el temido deseo ni tampoco durante la noche. Un detenido examen psicoanalítico descubrió que dicho deseo le había cometido por primera vez en las siguientes circunstancias: en la sala de conciertos se hallaba sentado cerca de ella un caballero que no la era indiferente. Al verle comenzó a pensar en él y a imaginarse haciendo el amor, ser su mujer y estar sentada a su lado. Durante esta fantasía experimentó una sensación que en las mujeres hemos de comparar a la erección masculina y que en su caso, terminó con un ligero deseo de orinar. La referida sensación sexual, habitual en ella, la asustó en esta ocasión porque ya en otra ocasión similar se había hecho el firme propósito de combatir sus deseos sexuales e inmediatamente, transfirió este deseo al deseo de orinar y que la hizo, tras una penosa lucha, abandonar la sala. Esta joven, a quien toda realidad sexual horrorizaba, no concebía que pudiera casarse algún día ni tener relaciones sexuales con un hombre. Por otro lado, padecía de una hiperestesia sexual (anestesia o falta de sensibilidad en los genitales) y cuando se abandonaba a imaginar algo parecido a lo sucedido en el teatro, experimentaba una ligera excitación en sus genitales que la conflictuaba moralmente. El deseo de orinar le había aparecido más de una vez, tras el pensamiento fugaz de una fantasía sexual pero que nunca había recaído en ello hasta el día del concierto. La idea de ceder sexualmente con un desconocido, la produjo dicho conflicto moral.”
“Una mujer joven, casada que en cinco años de matrimonio había tenido un hijo, se quejaba de sentir un impulso obsesivo de arrojarse por el balcón y que a la vista de un cuchillo, se apoderaba de ella el miedo a verse impulsada a cogerlo y matar con él a su hijo. En su tratamiento psicoanalítico confesó que sólo muy raras veces practicaba el sexo con su marido y siempre con miedo y precauciones para evitar un nuevo embarazo, añadiendo además que no la disgustaba no tener sexo porque era una mujer de naturaleza poco sensual. Sin embargo, en su psicoanálisis, pudo verse que a la vista de otros hombres, surgían en ella fantasías eróticas que le había llevado a perder la confianza en sí misma, viéndose como una mujer degradada y capaz de cualquier acción sexual. Esta sinceridad por parte de la paciente, la llevó a confesar que su vida sexual y matrimonial era miserable pero que se lo ocultaba y se autoengañaba. Esto llegó a decirlo después de admitir que durante el día tenía sensaciones penosas de que “algo le entraba por debajo de la falda”

En estos  y otros casos, que cursan con fobia y obsesiones repetidas, admitimos que la representación obsesiva (en un caso temor a orinarse y en el otro el miedo a tirarse por el balcón o matar con un cuchillo a su hijo) sirven para alejar a la conciencia de los deseos sexuales que la persona experimenta pero que no admite en su conciencia, siendo así que la obsesión, cuanto más asusta a la persona, más oculta, “despista” y enmascara a la conciencia de la proveniencia o fuente del deseo o fantasía sexual. (continuará)

martes, 3 de marzo de 2015

¿ES POSIBLE VOLVERSE LOCO CON EL TOC? (2)


Entre el esfuerzo de voluntad del paciente, que consigue reprimir la representación sexual inaceptable y la aparición obsesiva que por poco intensa que sea siempre va provista de un afecto incomprensiblemente intenso, se abre una laguna. La separación de la representación sexual de su afecto y el enlace del mismo con otra idea adecuada pero no intolerable, son procesos que se desarrollan sin que la conciencia tenga noticia de ellos. También puede producirse que una representación sexual intolerable y su enlace a una representación obsesiva de carácter penoso. Este tipo de obsesiones, suponen una defensa continuada contra representaciones sexuales distintas, que de manera incesante tienden a emerger a la conciencia. Los pacientes suelen ocultar este tipo de representaciones obsesivas cuando tienen conciencia de su carácter sexual y suelen manifestar angustia o determinados impulsos a llevarlas a cabo.
El afecto o sentimiento que suele ir asociado a la representación sexual, puede ligarse como energía libre a cualquier representación por absurda que parezca. Por ejemplo, la angustia que queda libre y cuyo origen sexual no debe ser recordada, se enlaza a fobias comunes a otras personas, a animales, oscuridad o cosas que bajo ningún concepto podrían ser relacionadas con algo sexual. Hay una ventaja que obtiene “el yo” eligiendo para la defensa el camino de la “transposición del afecto”. El afecto bajo el cual ha padecido “el yo” permanece intacto con la sola diferencia de que la representación sexual intolerable queda excluida del recuerdo.

Ejemplo. Una muchacha padece de reproches obsesivos. Cuando lee el periódico, lee haberse descubierto una falsificación de moneda o un crimen cuyo autor se ignora, piensa enseguida estar implicada en la falsificación, o se pregunta con angustia si no habrá sido ella la asesina, dándose cuenta, sin embargo, de lo absurdo de tales imaginaciones. Durante algún tiempo tal conciencia de culpabilidad adquirió tal dominio sobre ella que llegó  ahogar su juicio crítico, llevándola a acusarse ante sus familiares y su médico de haber cometido realmente semejantes delitos. Un penetrante interrogatorio descubrió el origen de su conciencia de culpabilidad. Excitada por una sensación voluptuosa, casualmente experimentada y arrastrada por los consejos de una amiga suya, había comenzado a masturbarse y venía practicándolo desde varios años atrás pero reprochándoselo debido a su fuerte moral. La paciente se curó después de alguno meses de tratamiento. ( continuará)

domingo, 1 de marzo de 2015

¿ES POSIBLE VOLVERSE LOCO CON EL TOC?

Representaciones intolerables en la conciencia, tratando con esfuerzos para rechazarlas, dominarlas y no pensar en ellas. No podemos decir que tal esfuerzo de la voluntad o conciencia por expulsar del pensamiento algo determinado sea patológico, lo que podemos confirmar es que las representaciones obsesivas no dejan de ser el producto de un conflicto entre las representaciones que aparecen en la conciencia y el esfuerzo que la persona hace por separarse de ella.
Sin embargo, lo que si nos parece patológico es el esfuerzo continuo y permanente de la voluntad para tratar de controlar dichos pensamientos que se imponen en la conciencia. El camino que se produce desde que aparecen los pensamientos o representaciones obsesivas hasta la incapacidad que la persona refiere tener con respecto a las mismas se puede explicar así: el “yo” o la conciencia se plantea como no bien recibido la representación intolerable pero el sentimiento de angustia, miedo, duda, ansiedad, temor que aparece junto a ella una vez que aparece, no puede desaparecer y el yo, debe buscar una solución y lo que trata por un lado es de debilitar la representación o pensamiento indeseable y disminuir el sentimiento que dicho pensamiento produce al “yo”.
De lo que se trata es de debilitar por lo tanto el afecto que aparece junto a la representación intolerable para la conciencia. El “yo” utiliza un falso enlace que hace que la representación o el pensamiento se vuelva obsesivo, hasta que se agota o hasta que se representa en la realidad ( limpieza, rituales, etc…) . Hablamos de una representación obsesiva y un afecto que va unido a ello. El afecto, siempre proviene de un deseo sexual infantil reprimido que se une a un pensamiento y de este modo, accede y se manifiesta en la conciencia. El deseo sexual infantil reprimido, por ser inconsciente, no puede alcanzar la conciencia sino pagando un precio: debe ser deformado en lo más posible para “despistar” a la conciencia. La angustia, el temor, el miedo que se asocia a su vez sirve para apartar de la conciencia cualquier pista que pueda dar cuenta del verdadero deseo que quiere hacer su aparición en estado puro. Por ejemplo: un paciente tiene miedo a  matar a la familia con un cuchillo. Tras ese “aparente deseo asesino” se esconden unos celos que despertaron sus padres en él cuando los vio yacer juntos en la cama y cuando tuvieron a su primer hermano. La rabia, el odio, el sentimiento de abandono que le produjeron varias de las situaciones vividas, le hizo sentir unos celos que esconden su verdadero amor y pasión hacia sus padres y hermano y que no lo tolera. El psicoanálisis de este síntoma consistió en hacer que el paciente poco a poco aceptara los deseos bisexuales que tenía hacia sus padres y así mismo, aceptara el sentimiento de rechazo que le había producido el nacimiento de su hermano. Aceptado esto, el síntoma remitió completamente.
Es evidente por la manifestación de los pacientes que el esfuerzo de la voluntad, la tentativa de defensa contra la representación intolerable surgió cuando el esfuerzo de la voluntad parecía haber alcanzado su intención. “ Una vez me sucedió algo muy desagradable y me propuse con todas mis fuerzas apartarlo de mi imaginación y no pensar en ello. Por fin lo conseguí; pero entonces surgió esto que ahora me pasa y de lo que no he conseguido librarme.” No todas las personas con representaciones obsesivas ven tan claramente el origen de las mismas. Cuando intentamos mostrar al paciente que lo que le sucede tiene que ver con su sexualidad infantil reprimida, suelen decir: “No, eso no tiene nada que ver con lo que me pasa, nunca pensé mucho en ello”. Esta negación tan rotunda, constituye una prueba de que la representación obsesiva es una sustitución o subrogado de una representación sexual intolerable y cuya aparición disfrazada de obsesión ha aparecido en la conciencia ( continuará)