Toda obsesión
siempre va unida a un estado emotivo. Puede incluso persistir inalterado el
estado emocional e ir cambiando la idea obsesiva a él asociada. Dudas,
escrúpulo, agresividad, pueden mantenerse constante e ir variando de persona,
idea o situación. Cuando estudiamos los antecedentes de un paciente obsesivo,
hallamos una idea original y que después ha sido sustituida por otras. Todas
las ideas, pensamientos obsesivos posteriores guardan algún carácter común con
la idea original y en todos hallamos un hechos que de una manera u otra guardan
relación con impresiones tempranas de la vida sexual de la persona, que bien
puede querer hacerlas desaparecer por calificarlas de penosas o bien por haber
experimentado un goce demás con respecto a la misma. Lo cierto es que todo
trastorno obsesivo guarda relación con fragmentos de la sexualidad infantil que
no han logrado pasar a un estadio de madurez. El mecanismo obsesivo consiste en
“despistar a la conciencia” del fragmento sexual reprimido pero que pulsa por
manifestarse en la conciencia. Podríamos decirlo como una persona que se “ha
quedado pegada” a un fragmento del desarrollo o conocimiento de su vida sexual
y del cual no logra separarse, bien por haber gozado de ello o bien por haber
quedado inconcluso su descubrimiento. De ahí se debe el carácter absurdo de las
obsesiones y el desgaste de energía que hace una parte de la conciencia por
mantener alejada la representación sexual intolerable para la conciencia. Hecho
en sí que hace al sujeto mantener la conciencia ocupada en representaciones que
quitan la energía al sujeto y a las cuales puede unirse un afecto desagradable
como el de la angustia. La misión de la obsesión como mecanismo mental que
funciona en la conciencia se considera como un acto de defensa del yo contra la
idea inconciliable. El repetir un acto, llevarlo a cabo durante horas, etc, no
deja de ser un mecanismo para mantener a la conciencia ocupada y que el
contenido sexual inconsciente no acceda a la conciencia. Cuanto mayor es la
intensidad del impulso sexual reprimido mayor es el síntoma obsesivo y mayor es
el esfuerzo de la parte inconsciente de la conciencia para que no deje huella. Sin
embargo, mientras que la representación sexual queda expulsada de la
conciencia, no es así con el estado emotivo asociado, que no puede ser
reprimido y que se experimenta como una descarga inconsciente sobre la
conciencia. Normalmente puede ser miedo, angustia, terror, ansiedad, duda,
incertidumbre. Son estado emocionales que también sirven para enmascarar la
prominencia del impulso sexual que quiere acceder a la conciencia. Experimenta
miedo o terror para no experimentar el deseo sexual. Por un lado, el afecto y
por otro la representación obsesiva sirven para tachar o impedir el
descubrimiento de un deseo sexual reprimido intolerable para la conciencia.
domingo, 5 de abril de 2015
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