martes, 16 de diciembre de 2014

LOS TEMORES DEL OBSESIVO

El temor posiblemente sea unos de los afectos que mas muestra el obsesivo. Así como la duda, el temor que el obsesivo padece suele estar desplazado a las compulsión a repetir o a ritualizar, bien actos o pensamientos. Esto quiere decir que en cada nueva obsesión que aparece, el temor siempre es el mismo. No significa que cada nueva obsesión produce un nuevo temor, sino que el temor se desplaza, se une, se pega a cada nueva obsesión. De ahí que el psicoanálisis analiza por separado el temor de la obsesión pues aunque el obsesivo lo traen juntos, debe ser analizado de manera independiente. El mismo mecanismo de los sueños, donde el sueño y el afecto experimentado, deben ser analizados por separado, con el temor y la obsesión sucede lo mismo.
Lo mas antiguo en el obsesivo es el temor. Quiere esto decir que este afecto ya lo padecía de manera consciente o inconsciente antes de que el mecanismo de formación de síntomas obsesivos apareciera en el obsesivo. Para entender el temor, debemos remontarnos a la prehistoria del niño. El temor y la inseguridad, se desarrollan frente a la separación del complejo materno. Cuando entra en escena algo o alguien que separa al niño de la madre, la angustia de separación es fundamento del temor a la pérdida del objeto materno. Por un lado tenemos el temor a la pérdida o la separación y a su vez tenemos el temor que el niño experimenta hacia aquel que lo separa de la madre. La figura paterna. El temor del obsesivo debe analizarse desde la angustia a la separación- de ahí su dificultad para emprender acciones nuevas- y frente a la figura paterna. Hay un temor moral que guarda relación con el temor al castigo en relación a los sentimientos de culpabilidad y del que hablaremos en próximos artículos. El temor a la separación es más antiguo que el temor al padre y este por orden de antigüedad, anterior al temor al castigo desde la culpa moral.

Cuando hay temor a la separación, los síntomas en el toquiano producen un grado de inmadurez tal que la persona huye del mundo y se aparta de todo aquello que pueda separarlo de las figuras parentales. En este tipo de toc, el obsesivo vive muy apegado a la figura materna y se puede observar cómo los lazos amorosos infantiles siguen vigentes en la etapa actual sin haber sufrido modificación laguna desde que se generaron en su etapa infantil. ( continuará )

domingo, 7 de diciembre de 2014

CLAVES PARA ENTENDER EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC

Las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), padecen de la duda continua. La duda lleva a la angustia, al temor y a la realización del ritual bien de manera física o mental.
El psicoanálisis descubre en este tipo de síntomas que de lo que padece el obsesivo es un temor a un encuentro con tres significantes ante las cuales, plantea sus dudas. Nos referimos al Padre, la Mujer y la Muerte. En torno a este triángulo, se halla establecida la compleja trama estructural de la neurosis obsesiva. Padre, mujer y muerte, remiten a la sexualidad del obsesivo. Su trastorno obsesivo comenzó a gestarse en la infancia o adolescencia, cuando frente a su comienzo sexual, aparecieron dichos significantes y que le hicieron quedarse detenido en un comienzo donde avanzar es lo que mas le cuesta al obsesivo. El obsesivo, frente a la palabra Padre, reacciona de manera inconsciente construyendo un padre castigador, porque en su fuero interno, el obsesivo a deseado y amado en demasía a la madre. Sabe de ello de manera inconsciente y teme a agresión del padre. Cuando el padre brilla por su ausencia, el obsesivo necesita de un orden, una ley interna que detenga sus deseos sexuales infantiles hacia la madre. El castigo, la tortura permanente que padece el obsesivo guarda relación con la insistencia del deseo sexual incestuoso, que garantiza a la vez la existencia de su deseo pero a la vez el castigo por el mismo. La Mujer, en el caso del hombre sería una salida al Edipo siempre y cuando el obsesivo pueda incluir la palabra mujer en su estructura psíquica. Incluir la mujer, así como incluir la palabra padre, supondría un corte para el obsesivo donde interrumpido el circuito del goce incestuoso, entraría en el campo del deseo, por lo tanto de la mortalidad, de lo humano. El obsesivo mantiene un pulso al padre, excluye en lo posible la palabra mujer y de incluirla, siempre para él es la figura de la madre. Esto le hace vivir eterno, porque el obsesivo de algo se dio cuenta y es que intuye que incluir la palabra padre y la palabra mujer, le hace mortal, por lo tanto humano y es de lo que huye aunque también es lo que desea. Este ir y venir, este salir y esconderse es el laberinto en el cual todo obsesivo se haya. Bien sea el obsesivo mujer u hombre, ambos deben analizar los significantes de padre, mujer y muerte, porque en su articulación se haya las claves de su curación. Miguel Martínez. Médico Psicoanalista. Tfno. 667.518.809