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lunes, 5 de septiembre de 2022

La Angustia en el Trastorno Obsesivo Compulsivo

Existe una relación entre la formación de síntomas y el desarrollo de angustia. Existen dos opiniones sobre esta cuestión. Una de ellas ve en la angustia misma un síntoma de la neurosis, la otra cree en la existencia de una relación mas íntima entre ambas. Según esta segunda opinión, la formación de síntomas en el Toc es emprendida con el sólo y único fin de eludir la angustia. Los síntomas ligan la energía psíquica de que otro modo sería descargada en forma de angustia, resultando así la angustia como el fenómeno y principal problema de la neurosis. 

Si a un obsesivo le impedimos realizar su ritual o le impedimos lavarse las manos después de haber tocado algo, tendrá una explosión de angustia. 

 

La angustia se desarrolla frente a situaciones de peligro. El toquiano puede sentir situaciones peligrosas del exterior pero también de su interior y para que no sienta angustia desarrolla todo el complejo de síntomas para librar a su yo de la situación de peligro. 

Si el toquiano no pudiera formar o tener síntomas, sentiría la sensación de peligro, pero cuando realiza sus síntomas se siente aliviado de la angustia y de la sensación peligrosa de que algo malo le puede pasar a él o a sus seres queridos. 

domingo, 30 de abril de 2017

EL SENTIMIENTO DE CULPA EN EL TOC

La culpa mata, ya que el sentimiento de culpa es una respuesta de la conciencia moral y se corresponde con la voz de un Juez interior, de Dios, del padre o de la madre que todos llevamos dentro. Es la “voz de la conciencia” que llama a la reflexión cuando ciertos deseos inconscientes aparecen en la conciencia.
Para sentir culpa, una persona tiene que haber pensado, fantaseado o llevado a cabo un acto ilícito o alejado de la moral social o familiar. ¿Qué pensarían tus padres o la sociedad de ti si supieran que piensas o deseas hacer esto?
MUY IMPORTANTE. No hace falta llevar a cabo una acción amoral para sentirnos culpables. Con que solo aparezcan en la conciencia, ya es suficiente para sentir culpa.
Existen multitud de casos donde una persona, llevada por un penoso sentimiento de culpa, acababa padeciendo los efectos de un castigo que de manera inconsciente se imponía ella misma.
NO LO OLVIDES. La culpa es un sentimiento que produce gran malestar y no deja de ser una acusación o un señalamiento hacia nosotros mismos sobre algo de lo que pensamos, deseamos o fantaseamos es contrario a la moral social o familiar establecida.
Actos, pensamientos o deseos del orden del sadismo, masoquismo, infidelidad, deseos sexuales, egoísmo… producen culpa cuando aparecen en la conciencia.
¿Qué persona no ha tenido el deseo de ser infiel a su pareja? ¿Quién no ha deseado la muerte de un ser querido por rabia o  para poder  obtener un beneficio de ello:?
¿Quién no ha sentido el deseo de matar a alguien para liberarse de su presencia? ¿Qué hermano no deseó alguna vez ser hijo único por  celos hacia sus otros hermanos?

¿A cuantas personas estaríamos dispuestos a pisotear o a eliminar para adquirir un puesto mejor en lo social y laboral? ¿Cuántos hijos desearon la muerte de los padres para tener mas libertad?
Lo interesante es pensar que la culpa se produce por un deseo de interés o satisfacción personal aunque suponga un perjuicio para otros. Pero nuestro Juez interior será el encargado de juzgarnos en virtud de la amoralidad del deseo fantaseado o realizado.
MUY IMPORTANTE. Cuanta mayor es la culpa, mayor será la respuesta moral de nuestro Juez interior.
Sin embargo, la culpa es inconsciente, es decir, no todo el mundo llega a darse cuenta que está padeciendo las consecuencias de la culpa.
La culpa es un sentimiento penoso e insoportable para la conciencia. Si lo trasladamos al cristianismo, cuando una persona siente culpa, se confiesa y acepta la penitencia que se le impone para aminorar la culpa.
Los niños pequeños, cuando hacen algo malo y sienten culpa, no paran de incordiar hasta que reciben un castigo y lejos de sentirse mal, podemos observar que el castigo les calma.
La moral de cada persona es diferente hasta el punto que lo que a una persona le da culpa, a otra le da risa, todo depende del ambiente familiar y social donde nos hayan educado y de ciertas constelaciones psicológicas inconscientes.
MUY IMPORTANTE. Cuanto mas moralista haya sido nuestra educación, más rígido será nuestro Juez interior.
Frases como “nunca me puede ir bien”, “una persona como yo no puede ser feliz“, “no me merezco la felicidad”, “me esta bien empleado lo que me sucede por ser mala persona” “no me siento bien aunque me pasen cosas buenas” “a mi no me puede pasar nada bueno” “me ha tocado ser infeliz” “si este es mi destino, qué le voy a hacer”, etc...
Todas y cada una de estas frases indican la existencia de un sentimiento de culpa inconsciente.
Lo peligroso de la culpa es que llega a tiranizar la vida de las personas, de manera que se puede vivir sufriendo  solo para calmar la culpa inconsciente que sentimos.
MUY IMPORTANTE. Muchos de las circunstancias penosas que nos rodean en nuestra vida han sido construidas para calmar la culpa.
NO LO OLVIDES. Una persona bajo el sentimiento de culpa suele tener una vida sin placeres en aquella parte de su vida donde reine la culpa.
Hay que cuestionarnos que en esa parte de nuestra vida, donde falla algo, puede haber un sentimiento de culpa establecido sin que lo sepamos.
MUY IMPORTANTE. El Juez que nos juzga y condena y el verdugo que ejecuta la sentencia, son la misma persona, es decir, nosotros mismos.
NO LO OLVIDES. Podemos saber que nos hallamos bajo la tiranía de la culpa cuando algo nos va realmente mal en la vida y se mantiene en el tiempo. Tenemos que pensar que el malestar que vivimos está siendo el precio que estamos pagando para aminorar el penoso sentimiento de culpa. Si nos va mal en pareja, con el dinero, los amigos y hasta ciertas enfermedades orgánicas, inconscientemente se producen para calmar la culpa.
El ejercicio laboral suele estar afectado de nuestros problemas personales. Cuando una persona se siente implicada en algún hecho concreto de su vida (un divorcio, una pérdida, una muerte etc.) donde hay terceros afectados en relación a él, puede hacer aparición un sentimiento de culpabilidad que le lleva a emitir una serie de juicios, actitudes o comportamientos dañinos hacia su persona y hacia su trabajo, hasta que es despedido.
NO LO OLVIDES. Podemos medir la culpa según como nos va en la vida. Nos va mal, es porque sentimos mucha culpa. Si nos va regular hay algo de culpa y si nos va bien, no sentimos ni tenemos culpa.

CASO CLÍNICO. A.G.M. era un empresario que se hallaba casado desde hacia 20 años. Conoció a una mujer latina con la cual comenzó a vivir un apasionado romance. Pensó separarse justo en el momento en que a su mujer le diagnosticaron un carcinoma de mama. A pesar de todo, llevado por su pasión se separó. A los tres meses su mujer falleció. Aparentemente A.G.M. se hallaba feliz, liberado de su esposa y con su nueva pareja. Lo interesante del caso es que cometió dos errores graves en su empresa de manera que perdió en menos de siete meses casi cinco millones de euros. Arruinado y con un bajón emocional fue abandonado por su amante. Lejos de sentirse mal, A.G.M. se sintió profundamente aliviado. Llegó a decir que su egoísmo había precipitado la muerte de su mujer. Acosado por una terrible culpa, pagó su castigo: se empobreció y se quedó solo.
IMPORTANTE. Por último, las personas resignadas también tienen culpa. Y la calman actuando en contra de sí mismos, “me dejó mi pareja, “me despidieron”, “me accidenté”, “ya no puedo hacer nada”, “es mi destino”, “jamás seré feliz”, “dejé escapar mi última oportunidad”, “siempre estoy solo”, “no tengo amigos”, “nadie me quiere”, “solo puedo resignarme”.



domingo, 5 de abril de 2015

APORTACIONES TEÓRICAS AL TRASTORNO OBSESIVO TOC

Toda obsesión siempre va unida a un estado emotivo. Puede incluso persistir inalterado el estado emocional e ir cambiando la idea obsesiva a él asociada. Dudas, escrúpulo, agresividad, pueden mantenerse constante e ir variando de persona, idea o situación. Cuando estudiamos los antecedentes de un paciente obsesivo, hallamos una idea original y que después ha sido sustituida por otras. Todas las ideas, pensamientos obsesivos posteriores guardan algún carácter común con la idea original y en todos hallamos un hechos que de una manera u otra guardan relación con impresiones tempranas de la vida sexual de la persona, que bien puede querer hacerlas desaparecer por calificarlas de penosas o bien por haber experimentado un goce demás con respecto a la misma. Lo cierto es que todo trastorno obsesivo guarda relación con fragmentos de la sexualidad infantil que no han logrado pasar a un estadio de madurez. El mecanismo obsesivo consiste en “despistar a la conciencia” del fragmento sexual reprimido pero que pulsa por manifestarse en la conciencia. Podríamos decirlo como una persona que se “ha quedado pegada” a un fragmento del desarrollo o conocimiento de su vida sexual y del cual no logra separarse, bien por haber gozado de ello o bien por haber quedado inconcluso su descubrimiento. De ahí se debe el carácter absurdo de las obsesiones y el desgaste de energía que hace una parte de la conciencia por mantener alejada la representación sexual intolerable para la conciencia. Hecho en sí que hace al sujeto mantener la conciencia ocupada en representaciones que quitan la energía al sujeto y a las cuales puede unirse un afecto desagradable como el de la angustia. La misión de la obsesión como mecanismo mental que funciona en la conciencia se considera como un acto de defensa del yo contra la idea inconciliable. El repetir un acto, llevarlo a cabo durante horas, etc, no deja de ser un mecanismo para mantener a la conciencia ocupada y que el contenido sexual inconsciente no acceda a la conciencia. Cuanto mayor es la intensidad del impulso sexual reprimido mayor es el síntoma obsesivo y mayor es el esfuerzo de la parte inconsciente de la conciencia para que no deje huella. Sin embargo, mientras que la representación sexual queda expulsada de la conciencia, no es así con el estado emotivo asociado, que no puede ser reprimido y que se experimenta como una descarga inconsciente sobre la conciencia. Normalmente puede ser miedo, angustia, terror, ansiedad, duda, incertidumbre. Son estado emocionales que también sirven para enmascarar la prominencia del impulso sexual que quiere acceder a la conciencia. Experimenta miedo o terror para no experimentar el deseo sexual. Por un lado, el afecto y por otro la representación obsesiva sirven para tachar o impedir el descubrimiento de un deseo sexual reprimido intolerable para la conciencia.




martes, 16 de diciembre de 2014

LOS TEMORES DEL OBSESIVO

El temor posiblemente sea unos de los afectos que mas muestra el obsesivo. Así como la duda, el temor que el obsesivo padece suele estar desplazado a las compulsión a repetir o a ritualizar, bien actos o pensamientos. Esto quiere decir que en cada nueva obsesión que aparece, el temor siempre es el mismo. No significa que cada nueva obsesión produce un nuevo temor, sino que el temor se desplaza, se une, se pega a cada nueva obsesión. De ahí que el psicoanálisis analiza por separado el temor de la obsesión pues aunque el obsesivo lo traen juntos, debe ser analizado de manera independiente. El mismo mecanismo de los sueños, donde el sueño y el afecto experimentado, deben ser analizados por separado, con el temor y la obsesión sucede lo mismo.
Lo mas antiguo en el obsesivo es el temor. Quiere esto decir que este afecto ya lo padecía de manera consciente o inconsciente antes de que el mecanismo de formación de síntomas obsesivos apareciera en el obsesivo. Para entender el temor, debemos remontarnos a la prehistoria del niño. El temor y la inseguridad, se desarrollan frente a la separación del complejo materno. Cuando entra en escena algo o alguien que separa al niño de la madre, la angustia de separación es fundamento del temor a la pérdida del objeto materno. Por un lado tenemos el temor a la pérdida o la separación y a su vez tenemos el temor que el niño experimenta hacia aquel que lo separa de la madre. La figura paterna. El temor del obsesivo debe analizarse desde la angustia a la separación- de ahí su dificultad para emprender acciones nuevas- y frente a la figura paterna. Hay un temor moral que guarda relación con el temor al castigo en relación a los sentimientos de culpabilidad y del que hablaremos en próximos artículos. El temor a la separación es más antiguo que el temor al padre y este por orden de antigüedad, anterior al temor al castigo desde la culpa moral.

Cuando hay temor a la separación, los síntomas en el toquiano producen un grado de inmadurez tal que la persona huye del mundo y se aparta de todo aquello que pueda separarlo de las figuras parentales. En este tipo de toc, el obsesivo vive muy apegado a la figura materna y se puede observar cómo los lazos amorosos infantiles siguen vigentes en la etapa actual sin haber sufrido modificación laguna desde que se generaron en su etapa infantil. ( continuará )

domingo, 7 de diciembre de 2014

CLAVES PARA ENTENDER EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC

Las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), padecen de la duda continua. La duda lleva a la angustia, al temor y a la realización del ritual bien de manera física o mental.
El psicoanálisis descubre en este tipo de síntomas que de lo que padece el obsesivo es un temor a un encuentro con tres significantes ante las cuales, plantea sus dudas. Nos referimos al Padre, la Mujer y la Muerte. En torno a este triángulo, se halla establecida la compleja trama estructural de la neurosis obsesiva. Padre, mujer y muerte, remiten a la sexualidad del obsesivo. Su trastorno obsesivo comenzó a gestarse en la infancia o adolescencia, cuando frente a su comienzo sexual, aparecieron dichos significantes y que le hicieron quedarse detenido en un comienzo donde avanzar es lo que mas le cuesta al obsesivo. El obsesivo, frente a la palabra Padre, reacciona de manera inconsciente construyendo un padre castigador, porque en su fuero interno, el obsesivo a deseado y amado en demasía a la madre. Sabe de ello de manera inconsciente y teme a agresión del padre. Cuando el padre brilla por su ausencia, el obsesivo necesita de un orden, una ley interna que detenga sus deseos sexuales infantiles hacia la madre. El castigo, la tortura permanente que padece el obsesivo guarda relación con la insistencia del deseo sexual incestuoso, que garantiza a la vez la existencia de su deseo pero a la vez el castigo por el mismo. La Mujer, en el caso del hombre sería una salida al Edipo siempre y cuando el obsesivo pueda incluir la palabra mujer en su estructura psíquica. Incluir la mujer, así como incluir la palabra padre, supondría un corte para el obsesivo donde interrumpido el circuito del goce incestuoso, entraría en el campo del deseo, por lo tanto de la mortalidad, de lo humano. El obsesivo mantiene un pulso al padre, excluye en lo posible la palabra mujer y de incluirla, siempre para él es la figura de la madre. Esto le hace vivir eterno, porque el obsesivo de algo se dio cuenta y es que intuye que incluir la palabra padre y la palabra mujer, le hace mortal, por lo tanto humano y es de lo que huye aunque también es lo que desea. Este ir y venir, este salir y esconderse es el laberinto en el cual todo obsesivo se haya. Bien sea el obsesivo mujer u hombre, ambos deben analizar los significantes de padre, mujer y muerte, porque en su articulación se haya las claves de su curación. Miguel Martínez. Médico Psicoanalista. Tfno. 667.518.809