Representaciones
intolerables en la conciencia, tratando con esfuerzos para rechazarlas,
dominarlas y no pensar en ellas. No podemos decir que tal esfuerzo de la
voluntad o conciencia por expulsar del pensamiento algo determinado sea
patológico, lo que podemos confirmar es que las representaciones obsesivas no
dejan de ser el producto de un conflicto entre las representaciones que
aparecen en la conciencia y el esfuerzo que la persona hace por separarse de
ella.
Sin embargo, lo
que si nos parece patológico es el esfuerzo continuo y permanente de la
voluntad para tratar de controlar dichos pensamientos que se imponen en la
conciencia. El camino que se produce desde que aparecen los pensamientos o
representaciones obsesivas hasta la incapacidad que la persona refiere tener
con respecto a las mismas se puede explicar así: el “yo” o la conciencia se
plantea como no bien recibido la representación intolerable pero el sentimiento
de angustia, miedo, duda, ansiedad, temor que aparece junto a ella una vez que
aparece, no puede desaparecer y el yo, debe buscar una solución y lo que trata
por un lado es de debilitar la representación o pensamiento indeseable y
disminuir el sentimiento que dicho pensamiento produce al “yo”.
De lo que se
trata es de debilitar por lo tanto el afecto que aparece junto a la
representación intolerable para la conciencia. El “yo” utiliza un falso enlace
que hace que la representación o el pensamiento se vuelva obsesivo, hasta que
se agota o hasta que se representa en la realidad ( limpieza, rituales, etc…) .
Hablamos de una representación obsesiva y un afecto que va unido a ello. El
afecto, siempre proviene de un deseo sexual infantil reprimido que se une a un
pensamiento y de este modo, accede y se manifiesta en la conciencia. El deseo
sexual infantil reprimido, por ser inconsciente, no puede alcanzar la
conciencia sino pagando un precio: debe ser deformado en lo más posible para
“despistar” a la conciencia. La angustia, el temor, el miedo que se asocia a su
vez sirve para apartar de la conciencia cualquier pista que pueda dar cuenta
del verdadero deseo que quiere hacer su aparición en estado puro. Por ejemplo:
un paciente tiene miedo a matar a la
familia con un cuchillo. Tras ese “aparente deseo asesino” se esconden unos
celos que despertaron sus padres en él cuando los vio yacer juntos en la cama y
cuando tuvieron a su primer hermano. La rabia, el odio, el sentimiento de
abandono que le produjeron varias de las situaciones vividas, le hizo sentir
unos celos que esconden su verdadero amor y pasión hacia sus padres y hermano y
que no lo tolera. El psicoanálisis de este síntoma consistió en hacer que el
paciente poco a poco aceptara los deseos bisexuales que tenía hacia sus padres
y así mismo, aceptara el sentimiento de rechazo que le había producido el
nacimiento de su hermano. Aceptado esto, el síntoma remitió completamente.
Es evidente por
la manifestación de los pacientes que el esfuerzo de la voluntad, la tentativa
de defensa contra la representación intolerable surgió cuando el esfuerzo de la
voluntad parecía haber alcanzado su intención. “ Una vez me sucedió algo muy
desagradable y me propuse con todas mis fuerzas apartarlo de mi imaginación y
no pensar en ello. Por fin lo conseguí; pero entonces surgió esto que ahora me
pasa y de lo que no he conseguido librarme.” No todas las personas con
representaciones obsesivas ven tan claramente el origen de las mismas. Cuando
intentamos mostrar al paciente que lo que le sucede tiene que ver con su
sexualidad infantil reprimida, suelen decir: “No, eso no tiene nada que ver con
lo que me pasa, nunca pensé mucho en ello”. Esta negación tan rotunda,
constituye una prueba de que la representación obsesiva es una sustitución o
subrogado de una representación sexual intolerable y cuya aparición disfrazada
de obsesión ha aparecido en la conciencia ( continuará)
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