Entre el esfuerzo de voluntad del
paciente, que consigue reprimir la representación sexual inaceptable y la
aparición obsesiva que por poco intensa que sea siempre va provista de un
afecto incomprensiblemente intenso, se abre una laguna. La separación de la
representación sexual de su afecto y el enlace del mismo con otra idea adecuada
pero no intolerable, son procesos que se desarrollan sin que la conciencia
tenga noticia de ellos. También puede producirse que una representación sexual
intolerable y su enlace a una representación obsesiva de carácter penoso. Este
tipo de obsesiones, suponen una defensa continuada contra representaciones
sexuales distintas, que de manera incesante tienden a emerger a la conciencia.
Los pacientes suelen ocultar este tipo de representaciones obsesivas cuando
tienen conciencia de su carácter sexual y suelen manifestar angustia o
determinados impulsos a llevarlas a cabo.
El afecto o sentimiento que suele ir
asociado a la representación sexual, puede ligarse como energía libre a
cualquier representación por absurda que parezca. Por ejemplo, la angustia que
queda libre y cuyo origen sexual no debe ser recordada, se enlaza a fobias
comunes a otras personas, a animales, oscuridad o cosas que bajo ningún
concepto podrían ser relacionadas con algo sexual. Hay una ventaja que obtiene
“el yo” eligiendo para la defensa el camino de la “transposición del afecto”.
El afecto bajo el cual ha padecido “el yo” permanece intacto con la sola
diferencia de que la representación sexual intolerable queda excluida del
recuerdo.
Ejemplo. Una muchacha padece de reproches
obsesivos. Cuando lee el periódico, lee haberse descubierto una falsificación
de moneda o un crimen cuyo autor se ignora, piensa enseguida estar implicada en
la falsificación, o se pregunta con angustia si no habrá sido ella la asesina,
dándose cuenta, sin embargo, de lo absurdo de tales imaginaciones. Durante
algún tiempo tal conciencia de culpabilidad adquirió tal dominio sobre ella que
llegó ahogar su juicio crítico,
llevándola a acusarse ante sus familiares y su médico de haber cometido
realmente semejantes delitos. Un penetrante interrogatorio descubrió el origen
de su conciencia de culpabilidad. Excitada por una sensación voluptuosa,
casualmente experimentada y arrastrada por los consejos de una amiga suya,
había comenzado a masturbarse y venía practicándolo desde varios años atrás
pero reprochándoselo debido a su fuerte moral. La paciente se curó después de
alguno meses de tratamiento. ( continuará)
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