A lo largo de todos mis años de experiencia profesional clínica, encontré en un número considerable de pacientes con toc, madres que reforzaban y alimentaban de manera inconsciente la enfermedad de sus propios hijos. En algunos casos, madres viudas o separadas, llegan a fomentar la enfermedad de sus hijos por temor a la soledad futura. En otros casos, tuve ocasión de comprobar cómo algunas madres retiraban a sus hijos del tratamiento psicoanalítico porque comenzaban a mejorar. Me llegaron a decir: " Doctor, a ver si el chico se cura y le quitan la pensión." Por entonces hablábamos en pesetas y el caso era un jóven de 25 años, con toda su vida laboral por delante que por consejo materno, decidió medicarse y terminó enfermando hasta el límite de ser la propia madre quien solicitó una pensión de incapacidad de treinta mil pesetas para su pobre hijo, con el que dormía todas las noches en su propia cama. ¿Perder treinta mil pesetas le pareció mucho a la madre o era el temor a quedarse sola sin su hijo?. Otro caso era el de un chico también jóven de 27 años que cada vez que sentía miedo, echaba al padre de la cama y se acostaba a dormir con la madre que lo abrazaba. Cada vez que sucedía esta escena, al día siguiente tenían que ingresar al chaval preso de una " extraña excitación". No hace falta para ser muy inteligente para darse cuenta que la excitación era sexual y que la locura provenía por el deseo sexual inconsciente del paciente hacia su madre. Cuando le dí indicaciones a los padres de no acceder a los deseos del hijo de intercambiar los roles cada vez que tuviera miedo, la propia madre me dijo que le daba mucha pena ver con miedo a su hijo y que no lo iba a hacer. No volvieron a tratamiento y supongo que el futuro de este jóven no habrá sido muy halagüeño. En todos los pacientes con toc- y esto lo recalco sobre todo, para los incrédulos de la efectividad de la terapia psicoanalítica- se debe buscar la relación entre el origen de la enfermedad y la relación con la sexualidad infantil familiar. En el paciente con toc, hubo un demás, una explicación inadecuada, una participación en algo prohibido que fue lo que originó la enfermedad y es lo que el psicoanálisis trata de reconstruir, un fragmento olvidado de la infancia del paciente que supone la piedra angular de la solución de su problema.
domingo, 26 de diciembre de 2010
lunes, 29 de noviembre de 2010
EL DISFRAZ DEL OBSESIVO. LO QUE NO QUIERE VER
Una obsesión es una idea o un pensamiento fijo que se impone en la conciencia e impide pensar en otra cosa que no sea el propio pensamiento obsesivo. Si tuviéramos que definir un trastorno obsesivo, podríamos decir que es un juego de máscaras donde nunca nada es lo que parece. Las obsesiones tienen la misma estructura que los sueños, lo cual significa que deben ser descifradas porque detrás de una obsesión, siempre hay una verdad que perturba al obsesivo. El obsesivo vive dentro de un laberinto porque lo que no quiere es encontrarse afuera, con el mundo, ya que todo encuentro con el mundo, supone un adaptarse, un modificarse, un ser diferente y lo que el obsesivo no quiere saber es de las diferencias. Vive bajo el lema de la inmortalidad, de lo perdurable, de lo que siempre es igual a sí mismo, de ahí que el obsesivo no quiera cambiar. Cambiar significaría para él separarse de sí mismo, de su identidad infantil, que es sobre la cual se ha construido su vida, su sexualidad. El obsesivo si de algo tiene miedo, es de sus propios deseos, de los cuales, nunca quiere saber nada, pero el deseo, como los caminos del señor, siempre son inescrutables y lo que se contiene o se reprime, siempre acaba apareciendo por cualquier otro lado y esa es la tarea del obsesivo, que nada de lo que le perturba aparezca, que nada de sus deseos accedan a su conciencia, porque si de algo se acusa el obsesivo es de su extremada moralidad. NO existe nadie mas moral y más rígido que el obsesivo, que no se permite ningún tipo de goce, ningún tipo de bienestar o placer, porque para él todo placer conlleva un riesgo: de que le guste y como todo lo ritualiza, tiene temor a que el goce lo esclavice y de ahí su sufrimiento, su negación, la no aceptación de su pulsión, la no aceptación de su propia humanidad que por humano, le condena a un fin, a las diferencias que existen entre él y el mundo. Todo un baile de máscaras para no ver la verdad, lo intolerable de la verdad humana.
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lunes, 1 de noviembre de 2010
UN CASO DE TOC DE FREUD ( 2ª parte )
(…) Ante todo, es evidente que la enferma se identifica con su marido y reproduce su conducta durante la noche de bodas, imitando su paso de una habitación a otra. Para que tal identificación sea correcta habremos además de admitir que reemplaza el lecho y las sábanas por la mesa y el tapiz que la cubre. Todo parece demostrar que el acto obsesivo de esta enferma posee un sentido, constituyendo una representación y una repetición de la escena anteriormente descrita. El hecho de hacer venir a la criada y atraer su atención sobre la roja mancha, contrariamente a los deseos del marido después del desgraciado intento de simulación. De este modo se conduce la paciente- siempre en representación de su marido- como si no tuviera que temer la entrada de la doncella dado que la mancha cae sobre el lugar debido. Vemos que no se contenta con reproducir la escena real, sino que la ha continuando y corregido, perfeccionándola. Pero al hacer así rectifica también aquel otro penoso accidente que obligó al marido a recurrir a la tinta roja: esto es, a su total impotencia. De todo eso habremos de deducir que el acto obsesivo de nuestra enferma presenta el siguiente sentido: “ Mi marido no tenía por qué avergonzarse ante nadie, pues no era impotente”. El deseo que encierra esta idea es presentado por la enferma como realizado en un acto obsesivo, análogamente a como sucede en los sueños ( que siempre son una realización de deseos ) y obedece a la tendencia de la buena señora a rehabilitar a su esposo.
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domingo, 24 de octubre de 2010
UN CASO DE FREUD DE TOC ( lº parte )
Una señora de treinta años, que sufría de fenómenos obsesivos muy graves, ejecutaba varias veces al día, entre otros muchos, el singular acto obsesivo: corría desde su alcoba a un gabinete continuo, se colocaba en un lugar determinado, delante de la mesa que ocupaba el centro de la habitación, llamaba a su doncella, le daba una orden cualquiera o la despedía sin mandarle nada y volvía después, con igual precipitación, a la alcoba. Fue la misma paciente quien logró dar la explicación al caso. Más de diez años atrás había contraído matrimonio con un hombre que le llevaba muchos años y que durante la noche de bodas demostró una total impotencia. Toda la noche la pasó corriendo de su cuarto al de su mujer para renovar sus tentativas, pero sin obtener éxito ninguno. A la mañana siguiente, dijo contrariado: me avergüenza que la criada que va a venir a hacer la cama pueda adivinar lo que ha sucedido., y cogiendo un frasco de tinta roja que por azar se hallaba en el cuarto, lo vertió en las sábanas; pero no precisamente en el sitio que hubieran debido encontrarse las manchas de sangre. Al principio no llegué a comprender qué relación podía existir entre este recuerdo y el acto obsesivo de mi paciente, pues el paso repetido de una habitación a otra y la aparición de la doncella eran los únicos extremos que el mismo tenía comunes con el supuesto antecedente real. Pero entonces me llevó la enferma a la segunda habitación y colocándome ante la mesa me hizo descubrir en el tapete que la cubría una gran mancha roja y me explicó que se situaba junto a la mesa en una posición tal, que la criada no podía por menos de ver la mancha. Ante este nuevo detalle no había ya posibilidad de duda sobre la estrecha relación existente entre la escena de la noche de bodas y el acto obsesivo actual. Pero además nos ofrece este caso otras interesantísimas observaciones. ( Continuará )
domingo, 10 de octubre de 2010
EL RITUAL DE VIVIR
Decía Freud que el paciente con un trastorno obsesivo compulsivo defiende sus síntomas como se defiende a sí mismo. Esta frase nos permite analizar la enorme dificultad que los pacientes con toc ponen a su curación. Existen asociaciones de toc, libros de toc, grupos de toc, forum de toc, donde los congregados coinciden en que no ha curación a su enfermedad. Mentira. El que defiende una enfermedad es porque ya ha hecho de ella una forma de vida, es decir, el paciente con toc, así como cualquier otro síntoma mental, son una manera de vivir y detrás de dicha enfermedad, lo que se esconde es una resistencia a cambiar de vida, de sexualidad, de trabajo, de pareja o de ciudad. Los cambios son inadmisibles para los toc, ya que cambiar, les da miedo y se defienden con su enfermedad, que es un escudo para todo intento de cambio. Se han acostumbrado a sus síntomas como el que toma el té a las cinco de la tarde y se agarran a la enfermedad antes que enfrentarse a sus miedos. Por eso, que los toc, buscan siempre a otros toc para defender lo indefendible de su enfermedad. El problema de los toc, se puede resumir en las áreas de la familia, la sexualidad infantil y la moral religiosa. En estos grandes áreas se encuentra la causa y también la solución de un toc. Pero hay que animarse a curarse y no todo el mundo se anima a ello. Vivir enfermo, haciendo de la vida una enfermedad, también es una manera de vivir. Los pacientes con toc que deciden curarse con el psicoanálisis se curan todos pero lo que no quieren, es porque no lo han decidido. Recuerdo un caso de toc que comenzó a curarse y la madre dijo: doctor, si mi hijo se cura, le van a quitar la pensión. Y la misma madre fue la que dejó de traer al hijo al tratamiento. Y como este caso, muchos mas. Es decir, que se critica al psicoanálisis por ignorancia, porque hablar de lo que no se sabe se llama ignorancia. Hoy día, el toc se cura con psicoanálisis, por muy grave que sea.
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domingo, 26 de septiembre de 2010
EL AMBITO FAMILIAR DETERMINA EL ORIGEN DEL TOC
El trastorno obsesivo en niños y adolescentes, guarda una relación directa con el ambiente educativo familiar. Dentro de dicho ambiente, tenemos que señalar el ámbito sexual y el disciplinario. Por norma general, la sexualidad familiar en los pacientes con toc, puede estar dentro de lo extremo a lo represivo. Tanto una educación sexual excesiva como reprimida, puede ser causa desencadenante de un toc. Muchos padres muestran su sexualidad abiertamente a sus hijos hasta edades poco adecuadas. Este tipo de conductas produce ciertas fijaciones sexuales en los hijos, que para huir de ellas, solo se puede a través de una salida de la realidad mediante la aparición de un trastorno mental. Una sexualidad reprimida, puede ejercer el mismo efecto, ya que la sexualidad, al formar parte de la evolución humana, su inhibición o su represión, produce los mismos efectos adversos que su excesiva exhibición. En referencia al ambiente disciplinario, podemos señalar que cuando las normas educativas rozan la falta de razón y se imponen las conductas dictatoriales, esto hace aparecer en el niño una ambivalencia afectiva que puede ser desde una pasividad propiamente homosexual que se ve en muchos tocs a una soberbia desafiante y agresiva.
En ambos casos, el tratamiento del toc, pasa por un análisis en profundidad de la estructura familiar. El análisis supone una reorganización de las ideas confusas para reorganizar una estructura más idónea donde el paciente pueda liberar sus miedos, su sexualidad reprimida, sus temores, su agresividad y su infantilidad.
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lunes, 13 de septiembre de 2010
CULPABLE.!!
Para hablar del toc, se debe conocer su etiología en profundidad. El toc no se puede pensar sin tener en cuenta la parte inconsciente de la personalidad. La psicología estudia la conciencia y la psiquiatría enfoca los trastornos de la personalidad desde un punto de vista organiscista. Ninguno de los dos tienen en cuenta, por ejemplo, que el sentimiento de culpa existente en los pacientes con toc, les impide en un amplio porcentaje su curación, ya que él mismo, se autocastiga, pues no deja de sentirse un ser despreciable, al cual nunca le puede ir bien, ya que la palabra felicidad está excluída de su vida. El paciente con toc, vive pagando los crímenes que nunca cometió, el adulterio que deseo, la venganza que nunca consumó. Odio, venganza y rencor es lo que contamina la mente de una persona con toc, hasta el punto que desde su propia religión, establece su propia penitencia, su propio castigo. La solución de su curación, está en sus deseos inconscientes, deseos a los cuales no se puede llegar sino por la vía del psicoanálisis. Y no hay otra fórmula para liberar al toc de su culpa, siempre mórbida, imperativa e implacable. Viven bajo un prisma de sufrimiento, por su falta de piedad que solo pueden vivir para pagar la culpa, por eso que el paciente con toc, no tolera su mejoría. No tolera que un ser despreciable como él pueda sentir alguna alegría. Viven condenados y en su condena se halla su liberación. Podemos decir que llegan a perder la vida como modo de compensación a su mente retorcida y a su falta de escrúpulos. Y tras este fracaso en el vivir, está siempre la relación de amor y odio con su familia: pieza clave en la curación de su enfermedad.
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