lunes, 1 de noviembre de 2010

UN CASO DE TOC DE FREUD ( 2ª parte )

(…) Ante todo, es evidente que la enferma se identifica con su marido y reproduce su conducta durante la noche de bodas, imitando su paso de una habitación a otra. Para que tal identificación sea correcta habremos además de admitir que reemplaza el lecho y las sábanas por la mesa y el tapiz que la cubre. Todo parece demostrar que el acto obsesivo de esta enferma posee un sentido, constituyendo una representación y una repetición de la escena anteriormente descrita. El hecho de hacer venir a la criada y atraer su atención sobre la roja mancha, contrariamente a los deseos del marido después del desgraciado intento de simulación. De este modo se conduce la paciente- siempre en representación de su marido- como si no tuviera que temer la entrada de la doncella dado que la mancha cae sobre el lugar debido. Vemos que no se contenta con reproducir la escena real, sino que la ha continuando y corregido, perfeccionándola. Pero al hacer así rectifica también aquel otro penoso accidente que obligó al marido a recurrir a la tinta roja: esto es, a su total impotencia. De todo eso habremos de deducir que el acto obsesivo de nuestra enferma presenta el siguiente sentido: “ Mi marido no tenía por qué avergonzarse ante nadie, pues no era impotente”. El deseo que encierra esta idea es presentado por la enferma como realizado en un acto obsesivo, análogamente a como sucede en los sueños ( que siempre son una realización de deseos ) y obedece a la tendencia de la buena señora a rehabilitar a su esposo.

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