El
complejo de Edipo es una situación vivencial que adquiere la característica de
estructura mental y que acompañará a la persona desde el nacimiento hasta su
muerte. El bebe, nada mas nacer necesita de la figura materna para poder vivir.
Esta dependencia extrema del niño hacia la madre crea un vínculo de unión
indisoluble y genera a su vez la llamada deuda simbólica. El sentimiento de
amor, posesión y dependencia que genera la vinculación del niño a la madre hace
que cualquier situación o persona que interrumpa dicho vínculo adquirirá para
el niño la figura de rival. Para el obsesivo, la vinculación a la madre no deja
de ser tan edípica como la de cualquier otra persona. Lo que diferencia al
obsesivo es la relación inconsciente que mantiene con la figura paterna. El
obsesivo vive asediado por sus propios reproches y por un sentimiento de culpa
inconsciente que le hace ser víctima de la crueldad del superyó, entendiendo
como tal a una parte de su propio psiquismo que se encarga de torturarle y
hacerle parecer una mala persona que debe ser castigada de manera permanente.
De ahí que las variantes del obsesivo sean infinitas, ya que puede considerarse
no merecedor del amor, del sexo, del dinero, del trabajo, de la felicidad, de
las amistad, de la familia, etc… Y su “ no sentirse merecedor de cosas buenas”
es donde su complejo de culpabilidad encuentra su penitencia, por lo tanto su
calma. ¿de qué se siente tan culpable el obsesivo? De un delito que no ha
cometido pero que desde siempre fantaseó y es el de la aniquilación del padre.
El
obsesivo de manera inconsciente padece del miedo y temor al castigo paterno. En
su inconsciente, la figura de un padre aterrador, castrador que va a hacer uso
de su fuerza para aniquilarlo, hace que el obsesivo viva siempre al amparo de
padecer las consecuencias de dicha transgresión. Siendo así que el obsesivo
espera dos muertes: la del padre y la de él mismo.(continuará)
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