En toda obsesión hay dos elementos: una
idea que se le impone a al persona y un estado emotivo asociado, como puede ser
la duda, el remordimiento o la cólera.
Es normal que en muchas obsesiones dura
mas el estado emotivo y cambia la idea obsesiva. Si la duda por ejemplo es el
estado emotivo, pueden dudar obsesivamente de varias cosas.
Puede tener odio y cambiar obsesivamente
de personas hacia las que siente odio.
Esto se debe a que lo que perdura es la
emoción o el sentimiento que suele ser lo primero que aparece y la idea a las
que se asocia puede cambiar con respecto a la primera que apareció. Es decir,
vemos en el toc, que la idea se suele
sustituir por otra. Lo importante no es la idea sino el sentimiento asociado.
De ahí el carácter absurdo de muchas obsesiones que carecen de sentido.
Una mujer que tenia la obsesión de
tirarse por la ventana, de herir a sus hijos con un cuchillo, clavarle la
tijera a su marido, eran ideas que le servían para desviar un deseo sexual muy
fuerte que sentía a la vista de otros hombres porque se encontraba insatisfecha
con su vida sexual.
Un joven que tenia ideas de suicido cada
vez que iba al metro era para desviar la atención de un poderoso deseo sexual
que sentía por su hermana mayor, con la que habían jugado de pequeños a juegos
de contenido sexual.
Un joven obsesionado con la idea de
contagiarse de Sida por la calle, asociaba cualquier mancha marrón que se
encontraba a sangre seca que podía tener Sida. Esta obsesión había surgido a
raíz de haber ido con una prostituta. El joven luchaba contra la idea de seguir
haciendo uso de este servicio y se defendía de su deseo pensando que podía
coger el virus del Sida.
Observamos que las obsesiones tienen una
conexión con un deseo inconsciente que la persona no tolera. Cuanto mas absurdo
es la idea obsesiva mas aparta a la persona de la causa verdadera que perturba
a su conciencia y es la existencias de deseos inconscientes que la moral juzga
porque no se toleran. De ahí el autoreproche del obsesivo y la orden de
castigarse a sí mismo que con tanta frecuencia escucha.
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