martes, 3 de marzo de 2015

¿ES POSIBLE VOLVERSE LOCO CON EL TOC? (2)


Entre el esfuerzo de voluntad del paciente, que consigue reprimir la representación sexual inaceptable y la aparición obsesiva que por poco intensa que sea siempre va provista de un afecto incomprensiblemente intenso, se abre una laguna. La separación de la representación sexual de su afecto y el enlace del mismo con otra idea adecuada pero no intolerable, son procesos que se desarrollan sin que la conciencia tenga noticia de ellos. También puede producirse que una representación sexual intolerable y su enlace a una representación obsesiva de carácter penoso. Este tipo de obsesiones, suponen una defensa continuada contra representaciones sexuales distintas, que de manera incesante tienden a emerger a la conciencia. Los pacientes suelen ocultar este tipo de representaciones obsesivas cuando tienen conciencia de su carácter sexual y suelen manifestar angustia o determinados impulsos a llevarlas a cabo.
El afecto o sentimiento que suele ir asociado a la representación sexual, puede ligarse como energía libre a cualquier representación por absurda que parezca. Por ejemplo, la angustia que queda libre y cuyo origen sexual no debe ser recordada, se enlaza a fobias comunes a otras personas, a animales, oscuridad o cosas que bajo ningún concepto podrían ser relacionadas con algo sexual. Hay una ventaja que obtiene “el yo” eligiendo para la defensa el camino de la “transposición del afecto”. El afecto bajo el cual ha padecido “el yo” permanece intacto con la sola diferencia de que la representación sexual intolerable queda excluida del recuerdo.

Ejemplo. Una muchacha padece de reproches obsesivos. Cuando lee el periódico, lee haberse descubierto una falsificación de moneda o un crimen cuyo autor se ignora, piensa enseguida estar implicada en la falsificación, o se pregunta con angustia si no habrá sido ella la asesina, dándose cuenta, sin embargo, de lo absurdo de tales imaginaciones. Durante algún tiempo tal conciencia de culpabilidad adquirió tal dominio sobre ella que llegó  ahogar su juicio crítico, llevándola a acusarse ante sus familiares y su médico de haber cometido realmente semejantes delitos. Un penetrante interrogatorio descubrió el origen de su conciencia de culpabilidad. Excitada por una sensación voluptuosa, casualmente experimentada y arrastrada por los consejos de una amiga suya, había comenzado a masturbarse y venía practicándolo desde varios años atrás pero reprochándoselo debido a su fuerte moral. La paciente se curó después de alguno meses de tratamiento. ( continuará)

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