domingo, 23 de octubre de 2011

¿ POR QUÉ DUDA EL OBSESIVO ?


En la naturaleza de la neurosis obsesiva es importante analizar  la relación del sujeto con la figura materna y paterna, desde la perspectiva del Complejo de Edipo. La fuerte dependencia del niño hacia la madre tiene que pasar por un momento de separación que recae sobre la figura del padre. La aparición en escena del mismo, produce un corte en dicha relación donde tres personajes  juegan en la escena: padre, madre y niño. El padre es una atribución de la madre, en el sentido que el niño tiene que creerse que el padre que le atribuyen es ese y no otro. La figura de la madre juega un papel importante en el desarrollo de la neurosis obsesiva del hijo, de manera que una madre que no deja intervenir mucho al padre en la relación con su hijo, genera una ambigüedad sobre la paternidad del mismo. Y esto le viene bien al obsesivo, pues  le interesa que el padre sea un padre cuestionado, es decir, dudar si el padre que tiene es o no es su padre. En la duda, está la eliminación del mismo: “si este hombre no es mi padre, deja de ser un obstáculo en la relación con mi madre”. Entonces por lo que sufre tanto el obsesivo es por el deseo de eliminación del padre que se halla siempre tras cualquier duda. La duda del obsesivo es el deseo Edípico que consiste en la aniquilación de la figura paterna para gozar inconscientemente de la madre. De ahí el sentimiento de culpa, miedo a asesinar, a hacer daño, a que algo le ocurrirá si no hace su ritual, pues lo que teme es la satisfacción de su deseo y a la vez miedo por atraer el castigo por buscar o desear dicha satisfacción prohibida.  La ambigüedad afectiva del obsesivo siempre es entre dos límites: padre y madre. Siente que a veces elige a uno y a veces a otro. Lo que el obsesivo no puede es la suma. No se trata de elegir entre el padre o la madre, sino tener padre y madre. De ahí que todas las relaciones que establece el obsesivo con el mundo, siempre es esa dialéctica: o papa o mama, odio o amo, vida o muerte, hombre o mujer. Lo que no puede el obsesivo es sumar, pues se pasa la vida jugando a cara y cruz en vez de pensar que pudiendo estar entre  dos límites se pasa la vida yendo de un límite a otro. Pero nunca está entre ellos.

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