domingo, 24 de octubre de 2010

UN CASO DE FREUD DE TOC ( lº parte )

Una señora de treinta años, que sufría de fenómenos obsesivos muy graves, ejecutaba varias veces al día, entre otros muchos, el singular acto obsesivo: corría desde su alcoba a un gabinete continuo, se colocaba en un lugar determinado, delante de la mesa que ocupaba el centro de la habitación, llamaba a su doncella, le daba una orden cualquiera o la despedía sin mandarle nada y volvía después, con igual precipitación, a la alcoba. Fue la misma paciente quien logró dar la explicación al caso. Más de diez años atrás había contraído matrimonio con un hombre que le llevaba muchos años y que durante la noche de bodas demostró una total impotencia. Toda la noche la pasó corriendo de su cuarto al de su mujer para renovar sus tentativas, pero sin obtener éxito ninguno. A la mañana siguiente, dijo contrariado: me avergüenza que la criada que va a venir a hacer la cama pueda adivinar lo que ha sucedido., y cogiendo un frasco de tinta roja que por azar se hallaba en el cuarto, lo vertió en las sábanas; pero no precisamente en el sitio que hubieran debido encontrarse las manchas de sangre. Al principio no llegué a comprender qué relación podía existir entre este recuerdo y el acto obsesivo de mi paciente, pues el paso repetido de una habitación a otra y la aparición de la doncella eran los únicos extremos que el mismo tenía comunes con el supuesto antecedente real. Pero entonces me llevó la enferma a la segunda habitación y colocándome ante la mesa me hizo descubrir en el tapete que la cubría una gran mancha roja y me explicó que se situaba junto a la mesa en una posición tal, que la criada no podía por menos de ver la mancha. Ante este nuevo detalle no había ya posibilidad de duda sobre la estrecha relación existente entre la escena de la noche de bodas y el acto obsesivo actual. Pero además nos ofrece este caso otras interesantísimas observaciones. ( Continuará )

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